La artillería naval es el conjunto de armas de guerra de un buque pensadas para disparar a largas distancias empleando una carga explosiva impulsora.

combatexvii

ARTILLERÍA NAVAL SIGLO XVII:

En el siglo XVII no existía uniformidad en la producción de cañones, y los calibres y pesos de la munición eran variados, así que las potencias marítimas tales como Inglaterra, España, Francia y Holanda reglamentaron la construcción de piezas de artillería en base al peso de la bala que disparaban:

 

Cañón-Siglo-XVII

 

PIEZAS GRANDES.-

Cañón de batería de 40 libras

XVII bombarda2

Bombarda de 20 a 30 cm de calibre.

Bombardeta de 8 a 10 cm de calibre.

PIEZAS PEQUEÑAS.-

Pasavolante de 7 a 8 cm de calibre.

Falconete de 5 a 7 cm de calibre.

Cerbatana de 5 a 7 cm de calibre.

XVII ribadoquin1

Ribadoquin de 2 a 5 cm de calibre.

Esmeril de 4 a 5 cm de calibre.

PIEZAS DE TRAYECTORIA CURVA.-

Mortero de 9 a 16 cm de calibre.

Trabuqueras de 20 a 30 cm de calibre.

CULEBRINAS.-

XVII Culebrina

Culebrina 9 a 16 cm de calibre.

Sacre 7 a 9 cm de calibre.

Verso 4 a 5 cm de calibre.

Sacabuche 2 a 6 cm de calibre.

De 1.610 a 1.624 la artillería de hierro colado se importaba de Inglaterra, pero a partir de 1.630 España producía el armamento que se necesitaba, gracias a las fundiciones establecidas en Liérganes (Santander) por Jean Curtius (artesano de Lieja). En 1.622 contrató con la Corona la provisión de artillería de hierro colado y balas de cañón a las armadas, galeras y fortalezas de la Monarquía. Así, en 1.639 se fabricaron 370 cañones y 18.500 balas de cañón para los galeones que se estaban construyendo. Para 1.640 la planta de Liérganes y la de Santa Bárbara habían suministrado en doce años a la Corona 1.171 piezas de artillería y 233.360 balas de cañón.

Los proyectiles eran de hierro o de piedra. Los primeros se usaban para dañar el casco del navío enemigo y los segundos equivalen a granadas de fragmentación, ya que al chocar la piedra con algún objeto se partía en multitud de trozos que hacía la función de metralla entre el personal de cubierta. También se fabricaron de formas especiales y huecos, llamados de muy diversas maneras como “ángeles”, “enramados” y “encadenados”, usándose estos últimos para abatir los aparejos del navío enemigo.

La artillería de hierro colado era más barata que la de bronce, pero los cañones de bronce duraban más y pesaban menos, por lo que era preferido por los artilleros navales. A pesar de que un nuevo diseño había reducido el peso de la artillería de hierro en una cuarta parte, estos últimos seguían pesando el doble que los de bronce, estos últimos preferidos por los hombres de mar, que advertían que los cañones de hierro que se desprendieran de sus retrancas al retroceder o por una tormenta podrían dañar el barco, independientemente de que hicieran falta más hombres para manejar un cañón tan pesado. El Proveedor General de la Armada advertía de que los cañones de hierro no deberían lanzar proyectiles superiores a dieciséis libras , ya que solo con su peso partirán un galeón , tal como pasó con el “Magdalena”.  Pero dadas las dificultades para proveerse de cobre, la artillería española siguió siendo de hierro.

Hasta finales del siglo XVII, el cañón de bronce, fue considerado el arma naval por excelencia; eran cañones muy fiables, los cuales casi no tenían erosiones en sus ánimas y además se podían reciclar volviéndose a fundir. Era el más utilizado y también el más costoso de fabricar, comparándolo con el de hierro. Y se fabricaban indistintamente, con una gran diversidad de modelos y características, ya que cada fundidor establecía sus propios parámetros, tales como longitud, espesor de los metales, calibres, identificaciones, etc.

Todos estos factores, dificultan cualquier intento por ubicar, un cañón de hierro en ese contexto. Pero gracias al afán reglamentista y de ordenación durante el reinado de Felipe V, quien promulgó la Ordenanza de 1718 para la artillería, prescribiendo las proporciones y reglas con que se han de hacer las fundiciones y pruebas de artillería en bronce. Es a partir de dicho momento histórico donde nace La Artillería de Ordenanza, formado por la selección de los calibres de a 24lb., 16lb., 12lb., 8lb., y 4lb. Y por supuesto el resto de cañones, que no se ajustaran a dicha ordenanza, pasaron a denominarse Artillería de Calibres Irregulares ó Artillería de Pre Ordenanza. Incluidos los Doble cañón, cañón, ½ cañón, 1/3 de cañón, ¼ de cañón y 1/8 de cañón, fuesen de bronce o de hierro.

XVII lechuga

En el año 1611 un artillero andaluz natural de Baeza, y llamado Cristóbal Lechuga, publicó “Discurso de la Artillería”, cuyo contenido alcanza cuanto se conocía de ciencia artillera a principios del siglo XVII, debiendo servir de texto en la escuela de Milán, pues enseña el manejo de las piezas, alcances, punterías, retrocesos y causas de las desviaciones, y hablando del tiro de noche describe un tubo provisto de nivel que coloca sobre la pieza para apuntar, el empleo de una brújula dotada de nivel para dar dirección y corregir la inclinación del eje de muñones y el modo de hacer la puntería indirecta sobre una linterna, provista también de brújula, que servía de blanco auxiliar.

XVII ufano

Por la misma época otro artillero toledano de Yepes, Diego Ufano, publica en el año 1613 un “Tratado de la Artillería”, que fue traducido a varios idiomas, donde podemos encontrar numerosos datos que permiten formar una idea bastante exacta de lo que era el servicio de una pieza en aquel tiempo. La puntería se realizaba o bien dirigiendo el eje de la pieza sobre el blanco, es decir, por la línea de tiro natural, o apuntando por los puntos más altos de la culata y del brocal, por el raso de los metales; o en el caso de tiro a grandes distancias con cañón y de tiro curvo con mortero, dando las elevaciones correspondientes por medio del cuadrante o cuarto de círculo.

El primer sistema se practicaba sólo a cortas distancias, es decir, aquellas en que se calculaba que el proyectil recorría la línea recta de la primera parte de la trayectoria de Tartaglia. Se creía que esta distancia era siempre la mitad del alcance de la pieza apuntada horizontalmente por la línea de mira natural, o sea por los puntos más altos de la culata y de la boca. El mismo Ufano denunciaba sin embargo el carácter empírico de esta regla y su falta de exactitud.

Para obtener una línea de mira paralela al eje de la pieza se colocaba en el brocal un suplemento de madera cuya altura era igual a la diferencia entre los radios de las molduras de la culata y de la boca; otras veces se apuntaba por el raso de los metales al punto que se quería batir, se colocaba después el suplemento citado de madera, pero en la faja alta de la culata y la línea de mira que resultaba, cortaba al blanco en un punto, que era el que debía tomarse de referencia al dirigir la visual por el raso de metales para efectuar una puntería correcta. Hay que suponer sin embargo que la precisión del tiro no sería muy grande, aunque cuenta casos notables de aciertos artilleros que al primer tiro arrancó el timón de una barca y otro que rompió las amarras de una embarcación.

Sin embargo la desigualdad de las piezas impedía que aun en las del mismo tipo y calibre hubiera posibilidad de homogeneización de los resultados de tiro, pues para cada ejemplar de pieza correspondía a cada distancia un ángulo de tiro distinto. Lo que no se remedió sino cuando los procedimientos de fabricación consintieron dar a las piezas y a las municiones unas características constantes.

XVII tabla-tiro

Nacieron entonces las primeras tablas de tiro, que reducidas en un principio a un cuadro de equivalencias entre distancias y ángulos de tiro, fueron recogiendo nuevos datos a medida que los conocimientos balísticos y los métodos de experimentación lo consintieron

La artillería naval revolucionó la táctica naval del abordaje pasando a combatir a distancia. Por la posición de los cañones, en los costados de las naves se cambiaron las formaciones frontales por las de líneas de columna. También desparecieron los enormes castillos de proa y popa y se buscaron naves de mayor eslora para portar más cañones.

10 comentarios en «ARTILLERÍA NAVAL SIGLO XVII»

  1. Un gran trabajo de recopilación histórica.

    ¿Sabrían como era el cañón de hierro de más de 12 libras de finales del XVI y comienzos del XVII, así como la cureña que los portaban?

    Un saludo

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    • A finales del siglo XVI, aun no estaban reglamentados los cañones y es en el siglo XVII, cuando Felipe V en el año 1718 promulga la Artillería de Ordenanza de forma general y es en 1728, se llevó a cabo la Naval. Es a partir de dicho momento histórico donde nace La Artillería de Ordenanza, formado por la selección de los calibres de a 24lb., 16lb., 12lb., 8lb., y 4lb
      Referente a las cureñas es a finales del siglo XVI, los buques de la época usaban la cureña de dos ruedas, y eran tanto para Tierra como para uso Naval, y es a partir del siglo XVII con la ordenanza de 1728, cuando se adaptan las cureñas de cuatro ruedas. Que son las clásicas que solemos ver para cualquier tipo de cañón. Esta es una vista de una cureña de dos ruedas.

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      • Sin embargo Piet Heyn relata en su informe sobre la flota capturada en Matanzas (1628) que los cañones de los galeones españoles iban montados en cureñas con cuatro ruedas. («four-truck carriages»)

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        • Por la información que he podido recopilar, vuelvo a insistir en que, a partir del siglo XVII, en la Ordenanza de 1728, es cuando en España se adoptó la cureña naval de cuatro ruedas. Los ingleses la utilizaban con anterioridad, y puede ser posible que antes de que entrara en vigor la citada ordenanza, los constructores españoles, construyeran las cureñas sobre el efecto de la longitud del cañón y su alcance y pudieran ser de cuatro ruedas. Leí bastante sobre la Batalla de la Bahía de Matanzas y no vi nada que hiciera alusión a las cureñas de cuatro ruedas. Si me pudieras pasar un enlace del informe que hablas de Piet Heyn te lo agradecería, podría ampliar muchos mis conocimientos.

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          • Al parecer la capitana de Benavides era un galeón de nueva factura y Hein sintió mucho el tener que quemarlo ya que estaba encallado.

            La mayoría de libros estan en inglés y citan principalmente a este escrito en holandés:
            – M. G. de Boer, «Piet Hein en de zilveren vloot»

            Le recomiendo al gran C. R. Bóxer, que tiene varios sobre el imperio español y portugués del s. XVII (en ingles, no hay nada traducido)
            -«The Dutch in Brazil, 1624-1654»
            -«The action between Pater and Oquendo,12 September 1631»
            (Recomiendo aparte del tema de Matanzas:
            «The Journal of Martin H. Tromp 1639», sobre la batalla de las Dunas, que incluye una parte de la bastante desconocida narración de Francisco Manuel de Melo: «Epanaphoras de varia historia portugueza». Muy interesante y ameno.
            En portugués y disponible en Internet.
            En Melo se basan todos los relatos de aquella campaña y la batalla de los historiadores Costa Quintinella y Fernández Duro

            -C. R. Philips, «Six galleons for the king of Spain»; (fue traducido al español cuando el 5° Centenario en 1992 pero está descatalogado.)
            -Angus Konstam, «Spanish Galleon, 1530-1690» (Un pequeño libro muy interesante, que también menciona a Hein y sus impresiones sobre la artillería en el galeón de Benavides, y aunque escrito por un británico, se atiene a la realidad histórica y habla muy bien de los galeones, los marinos y las flotas españolas.

  2. Muchas gracias.
    Soy sólo un estudioso, no historiador ni constructor naval.
    La forma y medidas de la cureña naval son de importancia capital para comprender un galeón de 1708 como el Nuestro Señor San José, porque la cureña de dos ruedas de mayor tamaño, y con la necesidad de desplazarla para el proceso de limpieaza y carga (como creo que eran) ocupaba espacio en las cubiertas, que debían dar cabida a las escotillas, fogonaduras, timon, cocina, molinetes para el ancla y escaleras, si ese era el caso, 62 cañones simplemente no caben en dos cubiertas, ni siquiera contando el alcázar.

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  3. En esta misma página, más arriba tiene un ejemplo de la cureña de dos ruedas, que su tamaño dependía mucho del calibre del cañón que se tratara en cuestión, que por cierto no eran de mucho calibre, debido a las pequeñas proporciones del Galeón. El desplazamiento y trinca en los Galeones era del tipo abretonado, que es la trinca que se da a los cañones del entrepuente, a causa de que en ella se sujeta parte de la pieza levantando su boca sobre la porta y afirmándola contra la amurada, lleva el nombre de “batiportar la artillería”, y la que se aplica a los demás cañones, por cuanto parte de la caña del cañón queda fuera de la porta, se llama “trincar en batería”. Y así es como reducían los espacios.
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    Es un ejemplo de como se trincaba la artillería y los espacios que quedaban como habitabilidad.
    El Galeón San José, efectivamente llevaba 62 cañones, pero distribuidos de la siguiente forma:
    Cubierta Baja. – Batería de 26 cañones de 18 lb (Montados sobre cureñas de 2 ruedas)
    Cubierta Alta. – Batería de 26 cañones de 10 lb. (Montados sobre cureñas de 2 ruedas)
    Castillos de proa y popa. – 8 a 10 de 6 lb. (Montados sobre horquillas)

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  4. Muchas gracias por ilustrarnos sobre el siglo XVII, ya que parece un gran desconocido en cuanto a varios detalles técnicos. Si son tan amables de aclararme sobre la duda que tengo sobre las cureñas tanto navales y de plaza. Ya que he creído entender que durante los siglos XVI y XVII, en epoca de los Habsburgo, las cureñas tanto en la Armada como en las ciudadelas tipo Jaca o la de Pamplona eran de dos ruedas? Tengo entendido que en la Armada se estilaba eso ya que nuestros marinos estaban especializados en el abordaje tras uns salva de fuego, mientras los ingleses intentaban mantener fuego a distancia y mayor cadencia utilizando cureñas de cuatro ruedas.
    Respecto a las piezas de plaza, sería interesante tener claro cómo eran las cureñas, si de dos o cuatro ruedas, ya que las que he observado en Pamplona son de cuatro , no dejándome claro si son navales o ya del siglo XVIII puestas por los Borbones. Soy aficionado al óleo y me gustaría estar bien documentado en esos temas para no caer en errores.
    Muchas gracias y un saludo.

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    • Buenas tardes, en referencia a su comentario, efectivamente durante el siglo XVI y comienzos del XVII, no estaban reglamentados los cañones ni las cureñas, estas últimas de dos ruedas se utilizaban indistintamente en buques como en plazas (tierra). No es hasta el siglo XVII cuando se adaptaron en España las cureñas de cuatro (4) ruedas. Reinando Felipe V, promulga la Artillería de Ordenanzas en el año 1718 de carácter general, tanto para buques como para Sitios de tierra. En el año 1728 se lleva a cabo la Artillería de Ordenanza Naval. Referente a las cureñas hasta finales del siglo XVI, en los buques y en tierra se usaban cureñas de dos ruedas, es a partir del año 1728 con la Ordenanza anterior cuando se adoptan las cureñas de cuatro ruedas en los buques. Son varios los modelos de cureña que existen, para las cureñas de Sitio y Plaza, pueden ser:
      Construidas en madera:
      – Modelo 1790: Tres cureñas del sistema Gribeauval, para cañones de 15, 13 y 12 cm. “corto”. Se distinguen de las de plaza por tener muñoneras de combate y de camino, y ser más altas y reforzadas las ruedas.
      – Modelo 1846: Tres cureñas de mástil, destinadas respectivamente a cañones de bronce de 15 y 13 cm. y obuses de bronce de 21 cm. “corto”
      – Modelo 1830: reformado 1861: Cureña para cañón de bronce, rayado, de 12 cm. “corto”. Es una modificación de la cureña de batalla Md. 1830, para el cañón liso del mismo calibre.
      – Modelo 1846 reformado 1864: Cureña para cañón de bronce, rayado, de 16 cm. Es la cureña para cañón de 15 cm. Reformada.
      Adjunto te envío un enlace, donde tienes alguna documentación sobre las cureñas: http://www.catalogacionarmas.com/public/08-montajes-antecarga.pdf.
      Espero que te valga, es un resumen demasiado escueto, existe mucha documentación sobre las cureñas.
      Un saludo.

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